domingo, 7 de abril de 2013

BOLA DE ARROZ PARA OBAMA


Escena uno. Elvar Ata y el Vasco pirulando por Umeda de madrugada totalmente cocidos. El Vasco comienza a taladrar con una de su clásicos temas cuando se cuece:

-Me gustaría poder leer bien en japonés pero es demasiado difícil aprender los kanjis.

-Aprenderlos no es difícil -contesta Elvar Ata-. El problema es que olvidarlos es demasiado fácil.

-Entonces,
¿
qué puedo hacer para no olvidarlos?

-Hay una manera muy sencilla.
Elvar Ata habla haciéndose el interesante- No quería compartir mi secreto con nadie, pero observando el estado de desespero en el que te hundes inexorablemente, he decidido ser magnánimo y tenderte una mano.

-
¿
De qué se trata?- pregunta el Vasco esperanzado.

-Esto -dice Elvar. Y a continuación se saca una bola de arroz del bolsillo y se la enseña a su amigo, que se muestra extrañado.

-
¿
Qué dices, cerdo? No me vaciles.

-A simple vista es sólo una bola de arroz (u "oniguiri", en japonés), 
¿
verdad?

-Sí.

-Pero en realidad es un kanjioniguiri. -explica Elvar orgullosamente-. Si te lo comes, aprendes automática y permanentemente todos los carácteres chinos (kanjis) del japonés.

-Vaya tontería.

-Eso pensé yo.

-A ver, 
¿
y cómo actúa?

-No lo sé. No tengo ni idea de cómo funciona, pero funciona. Es tecnología japonesa avanzada. Yo aprendí así.

 Los dos personajes siguen caminando por Umeda. Hay un silencio y parece que la conversación va a terminar ahí. Pero Elvar insite de nuevo con el tema.

-Bueno, ya que lo has intentado todo a esta hora, no pierdes nada con comerte la bola. Además, hace un poco has dicho que tenías hambre.

-Está bien -accede el vasco-. La probaré.

 El vasco se mete la bola en la boca y comienza a masticar. "De sabor, no está mal" dice. "Pero creo que no sirve de nada". En ese momento, de repente, la cara de Elvar cambia totalmente. Primero adquiere expresión de sorpresa y susto, luego de divertimento.

-¿Qué ha pasado? -pregunta el Vasco con expresión asustada.

-Que te has convertido en...

-¿¡Qué!?

-...en una chica.

-¿¡Qué dices!? -El Vasco ahora  se palpa a sí mismo el cuerpo para confiirmar lo que ocurrido. Es cierto. Ahora tiene senos, y cuerpo de chica, y va vestido de chica, y tiene un rostro aniñado, muy femenino.

-¡Te has convertido en una japonesa! -exclama Elvar, divertido.

-¿Qué ha pasado, hombre?. No puede ser... ¡Haz algo!

-Debe de haber sido un error. Espera, que voy a llamar al tipo que me la vendió.

Elvar extrae el móvil de su bolsillo y hace una llamada. Comienza a discutir en japonés, mientras el Vasco sigue la conversación con interés. Al fin, Elvar guarda el teléfono en su bolsillo.

-Parece que ha habido un problema. -explica al Vasco-. No le quedaban más bolas de aprender kanji, por eso me dio una bola de convertirse en japonesa. Convirtiéndose en japonesa uno aprende kanji, así que el resultado es el mismo.

-Pero yo quería aprender kanji y seguir siendo vasco. No quería convertirme en japonés, y menos en japonesa.

-Bueno tío, no está tan mal.

-¿Cómo que no está mal?

-Bueno, ya sabes kanji. Y eres guapa. Y ser mujer no es tan malo. Ser japonesa es un poco más duro, pero...

- ¡Tenemos que hacer algo!

El Vasco se encuentra tremendamente enfadado. Elvar, quien hasta entonces parecía estar tomándoselo en broma, se queda reflexionando un momento.

-Sí, es verdad dice al final-. Un momento, voy a llamar otra vez.

Se produce una nueva discusión por teléfono, esta vez más vigorosa que la anterior, entre Elvar y su proveedor de bolas de arroz. Al parecer, la bola para convertirse de nuevo en vasco o español está agotada en todo el país, alguien las ha comprado todas, no hay manera de conseguir más. Ya no se fabrican o algo así.

-No tenemos más remedio que patearnos la ciudad y buscar tienda por tienda hasta que encontremos la bola para volverse español.

Así que los dos amigos empiezan a buscar. En todas las tiendas de conveniencia y supermercados que hay abiertos en la noche de Osaka. Por la mañana en droguerías, tiendas de alimentación, restaurantes.  

Escena dos. Han pasado noches y noches, y no hay manera. Elvar está sentado en la puerta del Seven Eleven, con la cabeza apoyada en las manos. Sufre una resaca brutal. El Vasco sale de la tienda en ese momento, con una bolsa en la mano.

-¿Eh?, ¿vendían la bola?- dice Elvar.

-No, la que nosotros buscamos no la tienen. Pero he encontrado una bola de arroz curiosa, que te convierte en presidente de los Estados Unidos. La he comprado. Pero esto tampoco sirve. Creo que la voy a tirar.

-Bueno tío, cómetela. Si te conviertes en presidente de los Estados Unidos, puedes poner a toda la industria militar y a la Nasa a que investiguen para conseguirte la bola.

-Sí, pero si me convierto en presidente de los Estados Unidos, tendré que ordenar invasiones, bajar impuestos a los ricos, bombardear casas de barro  en Afganistán con drones...

-Es verdad. Es mejor tirarla. Puede caer en manos de alguien del Tea Party.

En ese momento, el Vasco hace un ademán de tirar la bola al contenedor, pero se lo piensa de nuevo. Quizás sea mejor no tirarla dice finalmente: puede que algún día sirve de algo. La guarda otra vez en su bolsillo. Entonces aparece ante ellos un hombre de raza blanca, un melenudo con barba y perillas. Elvar y su amigo lo reconocen como español antes de que empiece hablar.

-Soy el presidente de los Estados Unidos dice el melenudo, por fin, en español con acento de Cádiz.

-Tío, déjate de tonterías contesta Elvar-, con esta resaca no estamos para bromas de este tipo.

Enseguida deja de mirar al gaditano / presunto presidente y se enfrasca con el Vasco en una conversación banal. Pero el Obama gaditano interrumpe la conversación:

-No me importa que me creáis o no, pero quiero el oniguiri dice mirando a la bola de arroz que el Vasco tiene en la mano. El Vasco y Elvar levantan la cabeza y se dan cuenta de que la persona que les está hablando está acompañada por dos guardaespaldas con traje y gafas de sol.

-¿Esta bola? pregunta ahora el Vasco sorprendido, haciendo ademán de dársela.

-No se la des dice entonces Elvar- Creo que ya sé de qué va el asunto. Este tipo se ha querido comer la bola con la que se aprende español para enfrentarse en el imbatible Chávez, pero alguno de sus estúpidos asesores, quienes ya se la jugaron durante la crisis, le ha dado esta bola que te convierte no sólo en hispanohablante, sino en español de Cádiz. Ahora quiere volver a ser Obama porque no se puede presentar en América con estas pintas, nadie le creería. Nos han detectado con el satélite.                                                                                                                                                                                                             
-Entiendo. dice ahora el Vasco, y dirigiéndose ahora Obama, prosigue: -si te doy la bola, volverás a ser Obama, lo que significa reemprenderás con tus intervenciones imperialistas y tus bombardeos con drones, y empezarás una intervención contra Libia.

-Da igual lo que opines de mi política. Podría matarte ahora mismo, pero prefiero evitarlo, tendría que inventar una historia a propósito para echar la culpa a nuestros enemigos. Sabemos lo que estáis buscando. Tenemos las bolas de arroz de la ciudad que te convertirían de nuevo en chico. Pero a nosotros no nos sirven. La bola que tienes en la mano es única, por eso, quiero cambiártela.

-Prefiero seguir siendo chica antes que ayudare a ser presidente otra vez. Nos engañaste una vez. No has parado de hacer la guerra y el mal desde que te convertiste en presidente. Drones bombardeando Afganistán y Pakistan, sanciones a Irán que hacen que mueran cientos de niños y enfermos por falta de medicinas,  apoyo al golpe de estado al gobierno légitimo de Zelaya...

-Bueno, entonces, tendré que ordenar a mis compañeros que te maten.

-Querrás decir a tus lacayos. Te tendría que dar vergüenza, siendo negro, dar la espalda a los desfavorecidos y ponerte a favor de los poderosos, eres patético.

-No sirven de nada los insultos. Ya me vendí en su momento y perdí mi dignidad, a cambio, voy a ser multimillonario hasta morir. Así que no me afecta nada de lo que digas.  Dame la bola y evita tu muerte, y además recibe ésta que te convertirá en hombre también.

Escena tres, Elvar y el Vasco están en casa del Vasco tajándose, el Vasco ya es un chico. La tele, encendida de fondo.

Empiezan las noticias,  los dos amigos tienen cosas más importantes a las que atender y por eso no hacen caso. Pero entre las patrañas antichinas y proamericana habituales en la televisión japonesa, se escucha la noticia de que las tropas del eje del bien han empezado los bombardeos humanitarios sobre Trípoli y Bengazi para fomentar la democracia. Los dos amigos se miran un momento, pero no hace falta comentar nada, así que apagan la televión y continúan con su taja.


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